miércoles, 10 de marzo de 2010

Entrega


ya no estás,                                                             
ya no puedo escucharte...
La traición llena el vacío que anhela tu presencia.
Cada segundo que me negaste,
es una espina en mi carne...
Cada certeza que me apuñala
es como hielo en el alma,
como veneno en la sangre.
Muero por ti, y en este trance,
porque vuelvas lo doy todo
aunque sé que no me amas,
libre soy de condenarme...
Libre de serte tan poco
que no recuerdes mi nombre,
que me olvides cuando quieras
y cuando quieras, amarme.